Las 3 fuerzas con las que puedes conquistar cualquier cosa en tu vida
Si observas a las personas que realmente logran cosas extraordinarias, verás que todas tienen algo en común: aplican estas tres fuerzas con determinación y sin concesiones. Si no las tienes, por más talento, suerte o recursos que aparezcan, no vas a conseguir absolutamente nada que realmente importe.
1. Dirección y Propósito Claros
Antes de dar un solo paso, necesitas saber con una claridad casi absurda qué quieres conquistar. ¿Cuál es tu meta? ¿Qué resultado quieres ver realizado en tu vida? Sin esa brújula, te vas a perder en la confusión y acabarás viviendo los sueños de otros en lugar de los tuyos.
Existen 5 aspectos a tener en cuenta para formular tu propósito, el primero es el cuerpo, el segundo las emociones, el tercero tu mente, el cuarto tus relaciones y el quinto tu capacidad de generar prosperidad.
2. Foco Diario y Obsesión
Una vez que tienes tu propósito definido, debes colocar tu atención total allí. Piensa en ello todos los días. Mentaliza. Visualiza. Haz que tu mente y tus emociones trabajen juntas en esa dirección. Sin foco constante, tu energía se diluye y terminas postergando, desviándote o renunciando al primer obstáculo. La obsesión bien dirigida es una de las fuerzas más poderosas que existen.
Existe una manera correcta de mentalizar y cientos de maneras incorrectas.
3. Energía en Forma de Acción Masiva
Nada se materializa solo con buenas intenciones. Tienes que inyectar energía real en tus metas: acciones concretas, decisiones valientes, cantidad de intentos, correcciones y más acciones. Este es el combustible que te acerca cada día a tu objetivo.
La mejor manera de aplicar de manera ordenada esta energía es con la planificación correcta.
Si aplicas estas tres fuerzas de manera inteligente, con estrategias claras, tendrás el poder de transformar cualquier área de tu vida. Y si no lo haces, simplemente vas a quedarte esperando que algo suceda… mientras el tiempo pasa.
¿Quieres saber cómo empezar a aplicar estos tres pasos hoy mismo?
~Texto por Juan Celedón