Administración de Conflictos

Lo que proponemos no tiene nada que ver con reprimir la rabia. El concepto de administración de conflictos consiste en usar la inteligencia en vez de la emoción agitada. Reprimir seria impedir el libre flujo de emoción. Administrar conflictos consiste en no bloquear y sí en direccionar, canalizar, sublimar a fin de que las emociones salgan, fluyan libres, pero en la dirección que mas nos convenga pensando en resultados futuros.

Mi juventud fue vivida en las playas de Ipanema y Leblon. Desde pequeños aprendimos a no luchar contra al corriente. Si la corriente nos alcanza, no debemos luchar contra ella, nadando en dirección a tierra firme. El resultado sería inútil. Acabaríamos agotando nuestras fuerzas y moriríamos ahogados. Todo buen nadador de mar abierto sabe que si cae en una corriente, debe nadar a favor de ella, fuera, alrededor de ella, y solo después, nadar en dirección a la playa. Así es también con las relaciones humanas y afectivas.

Cuando era más joven, mis cabellos eran rebeldes (me alegro de que sólo fuera el cabello). Durante años, cambie de peluquero, buscando una solución, pero todos los intentos de dominar aquellos cabellos con voluntad propia resultaron frustrados. Hasta que un día, un profesional más experimentado, me comentó que no luchara contra mi pelo. No tiene sentido peinarlos hacia atrás, porque no es su naturaleza. Cede a la tendencia de cada mechón y péinalos primero hacia adelante; luego de eso, cepilla hacia abajo, y finalmente hacia atrás. Lo hice, y me quedé asombrado. Mi pelo aceptó mi «orden» y quedó como quería.

Estos dos ejemplos, tienen el objetivo de ilustrar que, para vencer, algunas veces, es preciso saber ceder. No es reprimirse. Es saber aplicar la estrategia de liderazgo.

Leí mucho sobre educación canina para educar mi cachorra weimaraner. El mejor método para llevar a un perro a hacer lo que deseas es cautivarlo, y no apostar fuerzas con él, gritarle, y mucho menos, castigarlo o pegarle. […]

Todos queremos estar en control. Pues la forma más racional y que proporciona mejores resultados no es hacer un juego duro, o vomitar las emociones de manera caótica. Cuando comprendes que «el que dice lo que quiere, oye lo que no quiere», tus palabras y acciones pasan a ser más inteligentes.

Imagina una enorme piedra, estable al borde de un acantilado. La piedra es nuestro «emocional». En cuanto está ahí, parada, nos da la impresión de que su estabilidad es perenne. No en tanto, su posición es susceptible a caer cerro abajo. Basta un pequeño toque, tal vez con la punto de su dedo indicador, para hacerla perder la aparente estabilidad y descender destruyendo todo. Así es nuestro emocional. En un momento estás feliz y alegre; y al momento siguiente por una eventualidad cualquiera, te tornas furioso o entristecido.

Sin embargo, si la piedra comenzara a oscilar, en la posición en que se encuentra también basta un dedo del otro lado para evitar que comience a caer. Así es nuestro emocional.

Apenas un dedo es lo suficiente para evitar un desastre, desde que es aplicado en el momento justo, antes del desencadenamiento. […]

En términos de costo/beneficio, sale mucho más barato asumir un pequeño detrimento, que entrar en una péndulo y pagar mucho más caro. […]

Sale más barato pedir disculpas. Sale más barato evitar una pelea. Sale más barato escuchar lo que tú no mereces oír, y no vengarse. Si tú consigues hacer eso sin reprimirte, habrás encontrado la piedra filosofal del buen relacionamiento humano.

Extracto Texto «Viva más y mejor», del Profesor DeRose.