El poder de la Inteligencia Emocional

¿Cómo influye la inteligencia emocional en nuestras vidas? Más allá de la simple percepción y raciocinio, esta habilidad implica la interpretación precisa de nuestras emociones. No solo mejora nuestras relaciones internas, sino que también profundiza nuestra comprensión de las complejidades emocionales en nuestras interacciones con los demás.

Este enfoque nos permite analizar las emociones de manera lógica, identificarlas correctamente y asignarles nombres precisos. Poner etiquetas adecuadas a lo que experimentamos, como la rabia o la tristeza, es esencial para evitar la «estupidez emocional», donde se interpreta incorrectamente una emoción, generando confusión interna.

La inteligencia emocional no solo se centra en la interpretación de las emociones ajenas, sino que también implica la capacidad de comprender nuestras propias emociones. La empatía juega un papel crucial al relacionarnos con los demás.

Ahora, consideremos un aspecto relacionado con la inteligencia emocional. Cuando enfrentamos situaciones emocionalmente impactantes, debemos reconocer que la emoción ocurre en nosotros, no en los demás. Alguien puede actuar como un catalizador, pero la emoción está arraigada en nuestro interior.

Desde la inteligencia emocional, es crucial preguntarnos si lo que nos dicen es verdadero en nuestra percepción y, de ser así, explorar por qué nos afecta. La segunda estrategia implica reflexionar sobre qué aspecto de nosotros mismos estamos negando al reaccionar negativamente a las acciones de los demás.

El desarrollo personal adquiere un papel central, permitiéndonos dejar de culpar a los demás y comenzar a mirarnos a nosotros mismos. Al enfocarnos en controlarnos a nosotros mismos en lugar de tratar de controlar a los demás, construimos la realidad que deseamos.

En resumen, la transformación personal es esencial para mejorar el mundo, ya que al cambiar nuestra percepción, influimos en la realidad que creamos.

Espero que encuentren valiosas estas reflexiones. ¡Hasta la próxima!

Texto por Juan Celedón.